Hace tres siglos, el descubrimiento de la naturaleza eléctrica de los rayos afianzó nuestra confianza en que la naturaleza podía ser comprendida mediante la investigación científica. Ahora sabemos también que los rayos afectan a la composición de nuestra atmósfera y que, además de en la Tierra, existen en Júpiter, Saturno y tal vez Venus, Urano y Neptuno.
Se estima que, cada segundo, se producen unos cincuenta relámpagos en la atmósfera terrestre. En su descenso, los rayos avanzan en una serie de saltos discontinuos cuyo origen se ignora. Tampoco se comprende por qué, al propagarse, los rayos emiten pulsos de muy alta energía, o qué es lo que produce un fenómeno conocido como "destellos terrestres de rayos gamma" relacionados con las tormentas eléctricas. Los relámpagos constituyen uno de los fenómenos menos conocidos de las ciencias planetarias.